El aislamiento, la insularidad, y la lejanía de Fuerteventura, así como las dificultades que vivió la isla majorera, con las invasiones piráticas, hambrunas, epidemias, y una ancestral cultura de la medicina popular, que se remonta a la época prehispánica, motivó, de algún modo, que los habitantes de la isla siguieran confiando en la medicina popular de los curanderos y santiguadoras hasta hace pocos años.
La medicina de los curanderos estaba relacionada con los recursos y los medios que encontraban a su alrededor, mezclados con signos, rezos y letanías.
Uno de estos curanderos fue Agustín Afonso Ferrer, más conocido por “El Médico de los corderos”.
Agustín Afonso Ferrer fue un curandero que con 47 años se trasladó de Tenerife a Fuerteventura, a principios del siglo XX.
D. Agustín era un comerciante que vendía cabras y corderos, en Tenerife y Gran Canaria. Al poco de llegar a Fuerteventura empezó a moverse en camello por los pueblos de la isla, provisto de hierbas y remedios caseros para tratar los males y enfermedades de sus vecinos.
El “médico de los corderos”, como se conocía en la isla pues le caracterizaba su prenda de vestir (una americana tejida con lana de cordero de Fuerteventura), contaba con conocimientos de algunas de las plantas medicinales para hacer tisanas y ungüentos con las que curar la mayoría de las afecciones de los majoreros. Por esa época las enfermedades más comunes entre los vecinos de Fuerteventura eran, sobre todo, neumonías, catarros, pulmonías, esguinces, dislocaciones de huesos o torceduras.
La labor que ejercía el Médico de los corderos, en una isla donde casi no existía asistencia sanitaria, lo convierte en una persona muy querida por sus vecinos, tanto es así, que las autoridades municipales le cede una finca, como muestra de agradecimiento. Agustín Afonso Ferrer “El Médico de los corderos”, se construyó con mucho esfuerzo su propia casa y un horno de cal, también preparó unas gavias donde cultivar. A este terreno lo llamó “ El Escorial”, y así es como se conoce hoy en día. La Casa del Médico de los corderos se encuentra en el Barranco de la Peña, a escasos metros de la Playa del Jurao.
El médico de los corderos tuvo bastantes desencuentros con los facultativos que llegaron a la isla a principios del siglo XX. Fue denunciado en varias ocasiones por intrusismo profesional y salió airoso en la mayoría de los juicios. Agustín Afonso Ferrer falleció en su casa en 1946.
Si quieres empaparte un poco de la historia e idiosincracia de Agustín Afonso Ferrer, acércate a la Casa del Médico de los corderos, e intenta visualizar como sería su vida en ese solitario páramo.
Al Médico de los Corderos, no le cedió el terreno el Ayuntamiento de Pájara, fue el Ayuntamiento del La Villa de Betancuria
Muchas gracias Violeta por la puntualización. Sí, también había leído que esos terrenos se los cedió la Villa de Betancuria pero encontré estas dos referencias al respecto, así que tiré por la referencia más antigua.
– Esta labor altruista y desinteresada en una isla sin apenas asistencia sanitaria lo convierte en una persona muy querida y estimada por los habitantes, hasta el punto de que el Ayuntamiento de Pájara llega a cederle una finca en el municipio como muestra de agradecimiento por socorrer a tantos vecinos (Hernández A. 2009, p.141)
– Después de algunos desencuentros con los ganaderos de la zona que lo consideraban un intruso en aquellos terrenos de costa, don Agustín consiguió que el Ayuntamiento de la Villa le concediera la propiedad en diciembre de 1931.
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