Explorando la Cueva de Órzola

El sol resplandecía en lo alto cuando llegamos a la Playa de la Cantería, un rincón donde la naturaleza parece haberse detenido en el tiempo. Lanzarote, con sus paisajes volcánicos y su aura casi mística, siempre había despertado nuestra curiosidad, pero aquel día teníamos un objetivo especial: descubrir la singular Cueva de Órzola, un tesoro escondido en la costa norte de la isla.

Nada más pisar la arena, sentimos el poder de este lugar. El viento, cargado de salitre, nos golpeaba con fuerza, mientras el Morro del Majo se erguía a nuestro lado como un coloso vigilante. Decidimos caminar por la playa, sintiendo bajo los pies el temblor provocado por las olas al romper con fuerza. Aquí, el mar no da tregua, convirtiendo este rincón en un paraíso para los surfistas más audaces y en un reto para cualquiera que busque un simple baño.

Playa de la Cantería - Lanzarote
Playa de la Cantería – Lanzarote

El camino hasta la playa, una pista de tierra que serpentea, ya había sido una pequeña aventura en sí misma. Pero lo que realmente nos emocionaba era la promesa de encontrar un lugar que, según habíamos oído, era casi legendario: la Cueva de Órzola. Sabíamos que llegar no sería complicado, pero había un detalle crucial: solo podríamos acceder si la marea estaba lo suficientemente baja. No había tiempo que perder.

Con determinación, nos dirigimos al extremo de la playa, donde un muro natural de rocas parecía desafiar nuestro paso. Desde la distancia, se alzaba como una barrera infranqueable. Descalzos, comenzamos a subir el pequeño escarpe rocoso. La altura, aunque modesta, se complicaba con el resbaladizo tapiz de algas húmedas que adornaba las rocas.

Al cruzar al otro lado, se desplegó ante nuestros ojos una escena que parecía sacada de un sueño. Una gran cueva, oscura y no muy profunda, nos invitaba a entrar y descubrir sus misterios. El rugido del mar se amplificaba dentro de este refugio natural, creando un eco que hacía vibrar cada rincón. La pequeña playa oculta dentro de la cueva, bañada por la luz del sol que se colaba tímidamente, era un espectáculo que hacía que todo esfuerzo valiera la pena.

Nos sentamos en la arena, absorbidos por la belleza y la serenidad del lugar. Aunque las olas rugían con fuerza y el baño era una idea descartada, estar allí, en ese rincón secreto y mágico de Lanzarote era suficiente. La Cueva de Órzola nos hizo sentir como si hubiéramos encontrado un pedazo de paraíso reservado solo para nosotros.

La Cueva de Órzola no es un lugar difícil de encontrar ni de acceder, pero cuenta con encanto especial. Es un lugar para quienes buscan más que un simple destino turístico; para quienes desean sentir la emoción de descubrir algo auténtico y escondido.

El camino de regreso, marcado por el suave ascenso de la marea, fue lento y cuidadoso. Con el cielo oscurecido y las primeras estrellas asomando, dejamos atrás la Playa de la Cantería, pero nos llevamos con nosotros un recuerdo imborrable. Una aventura que nos conectó con la esencia más pura y salvaje de Lanzarote, y que nos hizo sentir verdaderamente vivos.

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