La Ermita de San Diego de Alcalá, se encuentra frente a los restos del convento franciscano de San Buenaventura.
en la Villa histórica de Betancuria. Esta pequeña ermita se levantó según cuenta la tradición, en el lugar donde había una pequeña cueva en la que oraba San Diego de Alcalá durante su estancia en Betancuria, entre 1441 y 1449.
La edificación que hoy se conserva se levantó en su mayor parte en la segunda mitad del siglo XVII, periodo en que se reconstruían varios edificios de la Villa, tras la incursión berberisca de Xabán Arráez en 1593, que asoló e incendió los principales edificios del lugar.
De lo más curioso de esta ermita, es que dentro se conserva un trozo de cuerda con la que, según cuenta la tradición popular, los monjes atacaban al Diablo en el interior de la “Cuevita”.
En los alrededores de la ermita existe un pozo, llamado del Diablo, y según la tradición oral fue “Donde alguien ató al Demonio. Un vecino de La Ampuyenta, imprudente y compadecido, lo desató. Y desde entonces se dice que el demonio anda suelto por allí”.
San Diego de Alcalá fue destinado a Canarias en 1441, y cinco años después aceptó el cargo de guardián del convento de Fuerteventura. Allí se dedicó a evangelizar a los nativos, defendiéndolos de la rapacidad de los conquistadores españoles. Esto le supuso no pocos inconvenientes, de modo que se vio obligado a regresar a la Península en 1449.
Si vienes a Fuerteventura no dejes de pasar por Betancuria. Imprégnate de su historia y su cultura.
La Ermita de San Diego de Alcalá y sus alrededores son buenos lugares para visualizar las duras condiciones de vida de los monjes franciscanos en esas épocas.